El Aston Martin Lagonda es uno de los automóviles míticos en el mundo del diseño de automóviles debido a su diseño futurista y sus formas inverosímiles, pues cuando salió en 1973 al mercado rompió moldes en el conservador mundo automovilístico británico, acostumbrado al hasta entonces a coches mucho más clásicos y que nadie rompiera las reglas del juego, o sea a coches continuistas, clásicos, con madera y cuero y ridículamente desfasados. Pero cuando las cosas se hacen mal desde el principio, algo muy habitual en la industria británica que la ha llevado hasta donde está ahora, las cosas acaban muy mal.
Aston Martin desde su fundación en 1914, ha vivido escasos momentos de tranquilidad económica. Sin duda la mejor etapa de Aston Martin fue entre 1947 a 1972, en donde fue adquirida por Sir David Brown y donde se ganó todos los galones que hoy en día mantiene, de coches rápidos, lujosos y que competían cara a cara sin rubor con alemanes, americanos e italianos.
Casi al mismo tiempo que Brown se hacía con las acciones de Aston, también hacía lo mismo con Lagonda, un fabricante de autos de lujo fundado en 1906 y cuyo mayor activo consistía en tener entre sus filas a W.O Bentley, un brillante ingeniero inglés que había diseñado un poderosísimo motor V12. Y si, efectivamente, W.O. Bentley es el mismo Bentley que el de la marca hermana de Rolls Royce, de donde había partido en 1935 tras haber mantenido con ellos de una agria disputa legal en tribunales. Fue Bentley quien trajo ideas frescas a Aston Martin y así nació la famosa serie DB (nombrada así en honor a David Brown), cuyo primer modelo desembarcó en 1948 (el 2 Litros Sport) y que comenzaría a obtener su personalidad característica a partir de 1950, con la llegada del DB2.
Una vez pasada la época de David Brown, Aston Martin cambió de dueños en 1972 llena de graves problemas económicos y con un desfase técnico importante. Y volvería a cambiar de dueño en 1974. Mientras había lanzado un bonito coche, el original Aston Martin Lagonda, o Lagonda Series 1, que es una auténtica maravilla de coche, de una factura intachable, un auténtico Aston Martin clásico.
En 1974 el nuevo dueño decide inyectar a la empresa los fondos necesarios para terminar el proyecto que se llevaba gestando desde 1973, un exclusivo sedán de lujo dotado de los mayores avances tecnológicos de la época para sustituir al Lagonda Series 1 y llevar de nuevo a Aston Martin al lugar que le correspondía. El coche acabaría siendo tan innovador como polémico, no sólo por estética sino por la escasa fiabilidad de sus componentes experimentales de alta tecnología. Ese fue el nacimiento del Aston Martin Lagonda Series 2.
La idea era clara: hacer un coche extremadamente moderno y con un lujo de altísimo nivel, el precio que se cobraría por él no importaba, si tenía que ser muy caro, mejor. El diseñador habitual de la firma, William Towns (que había diseñado el Series 1), se despachó con un auto enorme y carente de líneas redondeadas. Towns había hecho una obra maestra, una versión cuatro puertas o Saloon (como dicen los británicos) de un Lotus Esprit, y había roto con la imagen del cualquier Lagonda anterior. El coche era enorme, de 5.281mm de longitud aunque parece menos debido a su diseño afilado y solo levantaba 1.302mm del suelo. Espectacular sin duda. La base estaba puesta, y ya solo faltaba un motor y una bastidor al nivel que se esperaba de una marca como Aston Martin.
Pero desgraciadamente un cúmulo de errores garrafales convirtió este coche en un nido de problemas. Para justificar las 33.000£ que costaba el Lagonda en el mercado (equivalente a unos 220.000€ de hoy), Towns decidió equipar al coche con lo último en tecnología. Esto involucraba una computadora a bordo (la primera de su tipo), y un panel de instrumentos tan futurista que sería equipado con tecnología LED – en una época en donde el término era desconocido para casi todos y su nivel de desarrollo bastante escaso -. Sumado a su lujosísimo interior, el Lagonda parecía estar a la altura de los sedanes más caros del mundo de aquel momento, como lo eran el Rolls-Royce Silver Spirit o el Bentley Mulsanne.
El problema del coche fue muy simple, y era que los aparatos dejaban de funcionar en cuanto recorrías unos kilómetros. La marca se había propuesto lanzar algo novedoso pero no lo había probado convenientemente, como corresponde a cualquier proceso de lanzamiento de nuevos modelos. Los fallos en la computadora e instrumental del Lagonda son legendarios, lo cual resulta un bochorno si uno considera que los costos de desarrollo de dicha tecnología superaban en proporción 4 a 1 al costo de fabricación del auto en sí. Poco tiempo después, en las series Mk2 la tecnología LED sería reemplazada por instrumentos con tubos de rayos catódicos (como las TV antiguas), los cuales eran difíciles de visualizar y traerían sus propios problemas.
Pero en cuanto al motor no todo eran bondades. Si bien es cierto que la fiabilidad del motor era de fábula comparada con la instrumentación, también este daba sus problemas. El coche llevaba un V8 5.3 de cuatro carburadores y 280CV con 409Nm de par, lo que era en verdad espectacular, pero con el ligero problema de que consumía gasolina como un tanque. Se fueron introduciendo diversas mejoras con el tiempo, como inyectores en la serie Mk3 en 1986, pero eso no hizo más reducir el consumo ligeramente. La caja de cambios era automática de 3 relaciones y no daba para demasiadas alegrías.
Entre 1976 y 1990 fueron fabricados entre 643 y 645 Lagondas, la mayoría de los cuales terminaron en manos de árabes vinculados con el negocio del petróleo u olvidados en diversos garajes del Reino Unido juntando polvo u oxidándose. También muchos de los Lagonda que estaban en la península arábiga fueron abandonados por sus dueños en mitad del desierto, porque el motor bajo las condiciones del Reino Unido funcionaba bien, pero el verano Saudita le sentaba un poco peor.
Aston Martin Works, una división interna de Aston, hizo variantes tales como limusinas y shooting-brakes, algunos de ellos muy apreciados económicamente hoy en día por su exclusividad y su extraña forma.
Cuando el Lagonda salió de producción en los 90s, sólo un puñado de personas en el mundo pudo jactarse de haber sido dueño de uno de ellos. Mientras que algunos han adorado su exclusividad y han creado clubes para venerarlos, la prensa especializada del mundo entero se ha dedicado a lapidarlo sin piedad. La revista Time lo llamó uno de los 50 peores coches de todos los tiempos, una catástrofe tecnológica que podría haber sido una maravilla…
Adelantado a su tiempo… o fruto de un intempestivo arranque de creatividad, lo cierto es que el Aston Martin Lagonda dejó su huella, dando a sus dueños una muestra (fallida) de lo que el futuro de la industria automotriz les depararía. Lástima que la electrónica aun distaba mucho de haber sido perfeccionada para ser incluida en una producción en serie, lo cual resulta más insultante si uno considera la fortuna que costaban estos vehículo.