“Ausslandeutsche” eran los residentes alemanes o de origen alemán en países extranjeros. Durante el último año de la Segunda Guerra Mundial e inicios de la post-guerra, estos alemanes que vivían en el exterior sufrieron un auténtico genocidio o en otros casos expoliación por parte del país que los acogía.
Genocidio de “Ausslandeutsche”
Prusia Oriental:
Prusia Oriental fue la primera tierra puramente alemana que pisó el Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial a finales de 1944. Ante la avalancha que se cernía sobre el territorio prusiano, millones de alemanes se lanzaron a los caminos y carreteras para exiliarse de aquellas tierras que durante siglos habían sido germanas en forma de un auténtico éxodo de caravanas y personas.
Innumerables fueron las ocasiones en que las caravanas fueron interceptadas por la aviación soviética y ametralladas, también por las fuerzas aéreas anglo-estadounidenses. Cuando los tanques rusos se encontraban con las filas de civiles disparaban los cañones contra la gente o les pasaban con las cadenas por encima. El frío, la nieve, los agujeros en el hielo y diversas enfermedades mataron a miles de ciudadanos alemanes que tuvieron que cruzar Prusia y Polonia caminando bajo el crudo invierno de 1944-1945.
El caso más horrendo ante los ojos humanos fue la Matanza de Gumbinen. Cuando los soviéticos entraron asesinaron a las niñas a bayonetazos, castraron a los ancianos, empalaron a los bebés y hasta decapitaron a los animales domésticos. Lo más infernal fue la crucifixión de las mujeres alemanas en las puertas de sus casas o colgarlas de sus propios intestinos sacados en las ramas de los árboles.
Otros hechos similares sucedieron en otras partes. Por ejemplo en Nemmersdorf se registró uno de los casos más horribles cuando los soviéticos asesinaron 74 personas, 72 de estas mujeres previamente violadas. En Metgethen los rusos mataron 32 civiles, la mayoría mujeres y niños. Lo peor ocurrió en Neutief en donde se abrió a los niños el pecho para dejarlos morir lentamente.
Un tren que iba con refugiados hacia Pillau fue parado cuando un tanque soviético el 26 de Enero se detuvo sobre la vía abriendo fuego con su cañón. Tras el impacto la gente aterrorizada bajó del tren y una vez fuera los pasajeros se encontraron con soldados soviéticos. Ejecuciones, mutilaciones y violaciones se cebaron sobre los viajeros del tren hasta acabar con su vida.
Polonia:
Casi 4 millones de alemanes vivían en toda Polonia, tanto la del Reich como la del Gobierno General. En este área geográfica Dantzig, Pomerelia y la Alta Silesia habían sido siempre alemanas y la población germánica allí alcanzaba más del 90%.
En cuanto llegaron los rusos seguidos por los partisanos polacos a las zonas pobladas étnicamente por alemanes, el éxodo se hubo de iniciar en pleno invierno y bajo la hostigación del Ejército Rojo. Los 380,000 habitantes de Dantzig abandonaron la ciudad que dejaron desierta para ser evacuados hacia Alemania. Cerca de 1,300,000 en Posen se vieron obligados a la misma operación.
Antes de venir el Ejército Rojo, casi todos los ciudadanos alemanes del Gobierno General se marcharon al Tercer Reich, cerca de 400000 Los que se quedaron, unos 35,000, fueron internados por los polacos en el mortal campo de concentración de Lamsdorf donde perecieron de hambre 600 de los 800 niños cautivos. El resto fueron expulsados a Alemania y algunos deportados a los gulags soviéticos.
El total de alemanes expulsados de Polonia o en territorios puramente alemanes por culpa de Polonia fue de 8,500,000
Checoslovaquia:
Alrededor de 3,500,000 alemanes vivían en los Sudetes desde hacía siglos, región perteneciente a Alemania y que tras la Primera Guerra Mundial había sido entregada por los vencedores al Estado de Checoslovaquia. Hitler había recuperado los Sudetes en 1938, pero ante la hecatombe del III Reich los checos decidieron robar de nuevo ese área geográfica que no les pertenecía. Y esta vez se la quedarían para siempre, pues se decidió que la población alemana fuera exterminada y expulsada para poblar las ciudades y pueblos con checos étnicos.
Cuando se produjo la ocupación de los Sudetes por tropas del Ejército Rojo y partisanos checos, estos se marcharon para dar lugar a una administración ligada a Praga y al nuevo Presidente Edvard Benes que proclamó: “Los alemanes y los magiares no son seguros”. Aquello ya condenaría millares de vidas alemanas y húngaras. A la frase siguieron por parte checa los primeros incidentes hacia alemanes como agresiones y palizas. Pero el Estado no tardó en empeorar las cosas, pues se obligó a los alemanes a llevar distintivo por la calle, a impedirles salir de sus casas en determinadas horas, a la prohibición de andar por las aceras y supresión de servicios religiosos o médicos. A continuación las propiedades alemanas como granjas y espacios agrícolas fueron confiscadas. Protestar por estos atropellos era considerado falta leve y se penaba al ciudadano alemán con diez latigazos, mientras que si era grave se le fusilaba directamente.
Praga, capital de Checoslovaquia en la que vivían 500,000 alemanes fue el infierno de las minorías germanas de Checoslovaquia. En primer lugar, después de llegar los rusos, se escogió a varios soldados alemanes que fueron atados a farolas y quemados vivos. Pero algo sorprendente ocurrió con la llegada del Presidente Edvard Benes, pues para recibirlo se organizó una ceremonia pública en la Plaza de Wenceslao donde muchos alemanes fueron colgados de pies bajo paneles publicitarios y rociados con gasolina. Sin embargo el plato fuerte ocurrió el 18 de Mayo al ser ametrallados en el Estadio Municipal de Praga unos 5,000 soldados SS alemanes.
El Progrom de Saaz fue de los más sangrientos, sólamente en esa ciudad se ametralló a 3,000 vecinos alemanes. En el Progrom de Bokowitz los ciudadanos alemanes fueron linchados públicamente por soldados y civiles checos, matando delante de sus padres a los niños de 10 años y después a los adultos, pero como muchos no morían por las palizas se les rociaba con ácido clorhídrico sobre las heridas y huesos rotos para provocarles una muerte más agónica. Un progrom menor en Brno llevó a que más de 250 mujeres se suicidaran.
Otro progrom ocurrió en Iglau cuando se hizo caminar desnudos a 350 civiles por la noche durante un trayecto de 33 kilómetros. Uno a uno fueron cayendo de cansancio o por el frío, a otros se los remató a culatazos de fusil. Pero peor fue el destino del antiguo alcalde de Iglau, pues al dictaminar el tribunal que lo juzgó la sentencia de muerte, se le mató en la misma sala del juicio abriéndole el cuerpo con un visturí, por supuesto sin anestesia, mientras lanzaba alaridos de dolor que le provocaron las roturas de las cuerdas vocales antes de fallecer. Ante estas muertes agónicas que contemplaron otros ciudadanos, cerca de 1,200 alemanes decidieron no pasar por ello y se suicidaron.
Se abrieron diversos campos de concentración para ciudadanos alemanes en toda Checoslovaquia. En el campo de Hagibor había 1,200 prisioneros, la mayoría mujeres sometidas hasta violaciones de 45 veces por noche. Otro campo, el de Kladnow, los guardias recubrían las espaldas de los presos de alquitrán hirviendo mientras se les golpeaba con porras; teniendo lugar en ese mismo recinto en Mayo de 1945 la matanza de varios soldados alemanes heridos a los que se condujo a un llano y se los lanzó por diversión granadas de mano que explotaban y mataban con la metralla. Había más campos, como el de Moraska-Ostrava en el que una mujer embarzada de ocho meses fue golpeada hasta que perdió al hijo, cortándosele a continuación los senos para darla una muerte más horrible. Otro campo de concentración fue el de Freudenthal en donde se apeleaba a los reos hasta la muerte.
Las mujeres alemanas de Checoslovaquia sufrieron humillaciones públicas de todo tipo. Se las decía: “De rodillas putas alemanas” y cuando lo hacían les cortaban los cabellos con bayonetas. Si alguna se desmayaba se la echaba un cubo de agua helada encima para despertarla y seguir con la labor. Se las rompían las costillas o les cortaban trozos de pies. Las embarazadas sufrían más que nadie, pues mujeres checas y judías las apalizaban con porras hasta hacerlas abortar. A muchas cautivas en los campos se las hacía comer excrementos de los muertos infectados de disentería.
Casi 3 millones de alemanes fueron expulsados a pie de los Sudetes y Chequia en general. En los Sudetes murieron 250,000 germanos y en los campos de concentración checos unos 175,000, lo que elevó la cifra a 425,000 alemanes exterminados por Checoslovaquia.
Yugoslavia:
Así como en Polonia y Checoslovaquia existía un problema étnico-fronterizo con los alemanes, no lo había en Yugoslavia. Sin embargo el Mariscal Josip Tito decidió aplicar sin sentido las mismas reglas genocidas por el simple hecho de integrarse junto a los otros países europeos.
Previamente, en un dictamen del Comité Antifascista de Liberación de Yugoslavia redactado el 2 de Noviembre de 1944, privaba a los 250,000 residentes alemanes de nacionalidad, la mayoría en Maribor, de derechos civiles y la confiscación de todas sus propiedades y bienes, es decir, pasaron a ser esclavos. Todos los alemanes se convirtieron en propiedad del Estado o particulares, de hecho se compraban y vendían a diferentes dueños o a otros países como la URSS, incluso se separaba a las familias y a los niños de sus padres dependiendo de la demanda de mercado. Las expropiaciones no sólo fueron a propiedades, sino a herramientas de trabajo y vestido, muy similar a la época del Imperio Romano.
La decisión del exterminio hacia los ciudadanos alemanes se oficializó el 29 de Abril de 1945, consistente en ejecuciones masivas, marchas de la muerte o internamiento en campos de concentración. Unos 200,000 alemanes fueron elimninados según estos métodos, aunque cerca de 42,000 fueron vendidos a la Unión Soviética y deportados a los gulags de Siberia. Curiosamente, incluso alemanes que se habían opuesto a Hitler, como el sacerdote Adalbert Schmidt, fueron golpeados durante varias horas hasta la muerte. Sólo 10,000 alemanes lograron escapar de Yugoslavia e ir a Europa Occidental.
Un total de 240,000 ciudadanos alemanes fueron exterminados en Yugoslavia, es decir, un 95% de la población total.
Bánato Rumano-Húngaro:
Ni en Rumanía ni en Hungría, aliadas de Alemania, había odio hacia los alemanes por parte de la población. No ocurría lo mismo con unos pocos comunistas que los rusos trajeron de la URSS, los cuales se dedicaron a incitar a gente de la misma ideología para exterminar a las minorías alemanas.
Uno de los primeros síntomas fueron los apaleamientos a 5,000 alemanes en Cernje por parte de comunistas húngaros. Más tarde, en esa misma ciudad, cientos de gitanos equipados con armas blancas asaltaron a los residentes alemanes a los que propinaron mortales palizas o violaron a miles de mujeres. Una de las costumbres de los gitanos fue decapitar a sus víctimas. El famoso sacristán protestante Johann Joldscheck fue destripado en vivo lentamente mientras veía como violaban a su mujer y sus dos hijas y cortaban la cabeza a su hijo.
Los campesinos alemanes fueron el colectivo más castigado en Hungría y Rumanía. Muchos de ellos perecieron desnudos horriblemente atados y extendidos de pies y manos mientras se les abría el cuerpo con cuchillos hasta que se desangraban mutilados. Finalmente, las autoridades bolcheviques rumano-húngaras decidieron entregar a los ciudadanos alemanes como mano de obra a la URSS.
Hasta un total de 200,000 alemanes desaparecieron del Banato en Rumanía y Hungría, ya por ser asesinados o por ser deportados a los gulags siberianos. Los expulsados a Alemania fueron 786,000 en Rumanía y 623,000 en Hungría.
Países Bálticos:
Más humanamente, en los países bálticos de Estonia, Letonia y Lituania se produjo la deportación forzosa de alemanes a su país. La ciudad lituana de Memel fue la más numerosa en expulsiones con 10,000 deportados.
Bulgaria:
En Bulgaria por su lejanía geográfica no era necesario expulsar a los alemanes, pues poco tenían que ver con ese país. Sin embargo el nuevo Estado comunista de Georgi Dimitrov quiso imitar a sus colegas bolcheviques europeos y decidió el destierro. Aquella alocada decisión provocó la marcha de 150,000 alemanes.
Bolivia:
Bolivia había sido una simpatizante moral de la Alemania Nacionalsocialista de la mano del militar y Presidente Gualberto Villarroel, que siempre había sido muy favorable hacia los alemanes y pro-Eje. Cuando Estados Unidos derrocó a Villarroel instando a un levantamiento popular que lo asesinó, instaló un nuevo Gobierno anti-Eje xenófobo contra los inmigrantes alemanes. Las medidas que se tomaron contra los residentes germanos fueron la completa expropiación de sus propiedades y empresas, así como los bienes inmuebles. La polémica norma también afectó a los germano-bolivianos mestizos. Incapacitados para muchas labores, numerosos alemanes hubieron de abandonar Bolivia.
Destierros a Alemania
Dentro de la represión de los “Ausslandeutsche” también se incluyó el destierro de todos los ciudadanos alemanes a Alemania. Este éxodo se hizo a pie en condiciones infrahumanas. Un total de 16,000,000 de personas fueron expulsadas de varias naciones a una Alemania que muchos ni siquiera habían visto por no haber nacido allí. Este caos humano dejó más de 2 millones de apátridas alemanes muertos.