Iván Shamianok, de 90 años, decidió pasar el resto de su vida en su Tulgovichi natal, en Bielorrusia, una aldea situada en la zona de exclusión de Chernóbil.
El accidente de la planta nuclear de Chernóbil tuvo lugar hace 30 años, pero sus consecuencias duran hasta día de hoy.
Tras la catástrofe ocurrida el 26 de abril de 1986 se estableció una zona de exclusión de 30 kilómetros en torno a la central nuclear, que al estallar expulsó material radioactivo por todo el territorio circundante. Más de 100,000 personas tuvieron que abandonar sus casas a causa de la contaminación nuclear, y según algunas estimaciones la zona de exclusión de Chernóbil seguirá siendo inhabitable para el hombre durante los próximos 20,000 años. Sin embargo, unas 1,500 personas decidieron a pesar del peligro regresar a sus casas y actualmente 156 de ellas viven en la zona de exclusión repartidas por cinco pueblos de Ucrania y Bielorrusia.
Entre ellos está Iván Shamianok, un anciano de 90 años que prefirió pasar el resto de su vida en Tulgovichi, su pueblo natal en Bielorrusia. Shamianok contó al fotógrafo de la agencia Reuters Vasili Fedosenko que el secreto de la longevidad está en vivir donde uno ha nacido. La mayoría de sus coetáneos que abandonaron el pueblo ya fallecieron. Según el anciano, no fueron capaces de echar raíces en un nuevo hogar.
Aunque la casa de Shamianok está llena de recuerdos y de imágenes de su familia, le rodea el vacío: en las 300 casas de Tulgovichi solo viven tres personas. El anciano, que vive de lo que produce su huerto, dice que sus hijos apoyan su decisión.
Shamianok no es el único en su empeño en terminar sus días en el pueblo que lo vio nacer. Hace poco se hizo viral la historia de María Shovkuta, una anciana que lleva 30 años viviendo en la zona de exclusión en torno a la siniestrada central nuclear. «Incluso el médico me ha dicho que el mejor sitio para mí es aquí, y que en cualquier otro lugar me moriría», dice la anciana.
