La principal diferencia entre búhos y lechuzas está en la forma de su cabeza. Las lechuzas tienen una cabeza más afilada, en forma de «corazón» y su pico es más recto y alargado que el de los búhos. Los búhos son más «cabezones» y tienen una cara algo chata que les permite captar mejor los sonidos. Sus ojos son más grandes y están más juntos que los de las lechuzas.
La familia de los búhos comprende más de 100 especies distribuidas por todo el mundo, excepto en la Antártida, Groenlandia y algunas islas remotas. Todas son rapaces, la mayoría nocturnas. El más pequeño es el mochuelo, que mide 13 cm. Su pico es ganchudo y en parte escondido por las plumas de la cara. Sus patas son fuertes con afiladas uñas. En general, tienen grandes ojos dirigidos hacia delante dentro de una cápsula ósea que les da una limitada capacidad de movimiento. Por ello, tienen que girar toda la cabeza para mirar a los lados, lo que es posible gracias a que su cuello, relativamente largo y flexible, les permite girar la cabeza hasta 270 grados. Curiosamente, son hipermétropes y no pueden ver nada a unos centímetros de sus ojos. Los huevos de búho son blancos y casi esféricos. Sus nidos son construidos rudimentariamente y pueden estar situados en árboles, en madrigueras, en establos y cuevas.
La familia de las lechuzas comprende apenas unas 16 especies, no muy bien estudiadas a excepción de la lechuza común (Tyto alba). Por lo demás, comparten las generalidades descritas para los búhos, aunque con las diferencias anatómicas citadas anteriormente.