Cuesta un poco imaginar la vida sin internet y sin televisión, pero en la Ghana de los años 80 y 90 la televisión no llegaba a todo el territorio y casi nadie tenía (ni soñaba con tener) un reproductor de vídeo. Esto facilitó la creación de una pequeña industria de la distribución y exhibición de películas completamente artesanal y clandestina de espaldas a las productoras de cine.
Para atraer más público, los exhibidores clandestinos decidieron comenzar a hacer publicidad de sus sesiones. Ante la imposibilidad de conseguir carteles oficiales de las productoras, optaron por contratar a artistas locales para que pintaran grandes carteles, habitualmente al óleo. “Los artistas solían utilizar como soporte la parte interior de los sacos de harina, que proporcionaban un tamaño perfecto para este cometido, habitualmente 100 x 150 cm”, según el holandés Frans van Lier, periodista, coleccionista y experto en el tema, que ha organizado varias exposiciones de estos póster.
Pasa a la siguiente página los carteles continúan!!!