Como almacenar material radiactivo al aire libre sin más protección que un plástico encima no es buena idea, y menos en una ciudad cuya segunda mayor característica es sufrir de constantes ventarrones (la primera es la misoginia), el gobierno federal ordenó la construcción de un cementerio radiactivo.
El PRI y el PAN, junto con otras organizaciones de industriales locales, comienzan a pelearse para ver quién se queda con el dinero del proyecto que iba a construirse en un terreno que colindaba con el de dos de los hombres màs ricos de la región.
“La construcción del cementerio nuclear en terrenos federales colindantes con las grandes extensiones adquiridas por Promotora de la Industria Chihuahuense, propiedad del gobierno del estado; Asbestos Monterrey y Jaime Bermúdez, cabeza de la industria maquiladora, es bueno, pero puede frenar el desarrollo industrial de Ciudad Juárez por lo que se han aceptado las proposiciones de la IP para reubicar dicha construcción”, fue el pretexto con el que los miembros del PRI frenaron la construcción que terminaría haciéndose en el área conocida como El Vergel,
Finalmente, los desechos se enterraron en un lugar conocido como El Vergel, en las dunas de Samalayuca, de cuyo subsuelo se extraía agua para Ciudad Juárez, sin ninguna medida de precaución.
Otra parte de la varilla se enterró en Hidalgo, el Estado de México y Sinaloa, tapados con plástico y una capa de cemento.
“Todo controlado, dice el Gobierno. Pero no sabe ni a quién responsabilizar. El accidente fue grave, pero el susto ya pasó”, titulaba en Proceso en junio de 1984, pero nada había pasado, solo era el inicio de muchos infiernos para mucha gente.
A corto plazo la exposición a la radiación provocó como quemaduras, vómitos, cefaleas o lesiones medulares. A largo plazo muchos afectados sufrieron de esterilidad provisional, quemaduras y alteraciones en el sistema nervioso.
“Una menor radiación pero constante durante 30 o 40 años puede provocar leucemia, anemia, cáncer, daño medular severo, cáncer de huesos y desórdenes genéticos hereditarios”, explicaba el investigador de la UNAM Cruz Zaragoza. Estas personas son las que murieron lentamente por haber construido su casa con varillas contaminadas, o compraron una mesa irradiada o vivieron cerca de donde están, mal sepultados, los “fierros” que Vicente y su compadre fueron a vender al yonke para sacar para unas sodas.
Tomado de Cobalto 60 en Juárez: La tragedia radioactiva más mexicana posible
Cobalto 60 en Juárez: La tragedia radioactiva más mexicana posible
Un claro ejemplo de la negligencia y corrupción que siempre ha imperado en México